Claudia Günther

Ich:

Si he de confesar esto pues lo diré, soy bastante arrogante, pero es producto de mi estatus. Puedo llegar a ser muy odiosa como algunos dicen, pero su opinión me tiene despreocupada, y sí desperté un día y dije "Al demonio si los demás piensan o dejan de pensar algo". Ciertamente soy una persona difícil, no me gusta la vulgaridad, creo que liarme con eso sería el peor insulto que pudiera recibir; yo a pesar de ser una persona cerrada a los demás no puedo evitar ser sincera, quizás alguna vez fui hipócrita, pero eso queda en mi pasado y el decir la verdad, o más bien sus verdades a los que cuestionen es parte de mi. Me gusta la soledad, uno se tiene que acostumbrar a ella cuando no tiene muchas opciones de compañía, así que de penar por ello prefiero hacerme amiga de ella, de la a veces tortuosa soledad, que en muchas ocasiones es quien ayuda a aflorar la creatividad, y sí, es así.

Pero claro, puedo hablar de que no siempre es la soledad mi compañera, que tengo verdaderas amistades, pocas como debe ser, así no impera la hostilidad e hipocresía. Suelo ser bastante callada con mis sentimientos, sólo cuando estoy segura de ser correspondida los puedo externar, pero nunca me moriré por que no sea así, sé comprender que no todo es como queremos, pero eso sí, hablnado de otras cosas, si algo no es como queremos podemos encargarnos de ello.

Nací en Berlín, Alamania, soy la menor de la familia, no muy sólida, lo que normalmente se ve, padres divorciados, de clase media, un hermano que durante mi infancia fue la persona más irritante en el mundo. Ah, y un abuelo que ha sido un sol todo el tiempo. Mi padre se ha dedicado a la música y a la magia, en ese orden, para él siempre ha sido ese arte lo más importante en su vida, aún mas que yo. Mi madre es modista, francesa tenía que ser. Por años se dedicó sólo a la confección de uniformes para las escuelas de magia europeas, pero al llegar a Londres sólo lo hizo para la alta costura de las brujas de clase alta, fue ahí cuando despuntamos. Mi hermano ya asistía Hogwarts en aquel entonces y yo apenas entraría.

Mi casa fue Slytherin como era de imaginar, igual que mi hermano, no diré mis padres porque fueron a colegios distintos. La pasé bien, con sus altibajos, con los rumores y tonterías. El cambio se vino después cuando yo ya era adulta. Y he de confesar algo... mis padres nunca se ocuparon de educarnos de ningún lado del conflicto, fue mi abuelo, él nos dio las bases para la hechicería obscura, desde temprana edad lo hizo y es por ello que el interés creció, al menos de mi parte, de mi hermano no sé mucho.

Formo parte de los Nocturnos, Julia me llevó con ellos y ahora esa es mi verdadera vocación. No creo en la igualdad, menos cuando se le arrebatan las posesiones a alguien que ha trabajado gran parte de su vida en algo que admira y adora.